Comparando navidades

Hoy nos ha apetecido recordar algunas cosas de cómo era la Navidad antes -en los años 80 para situarnos un poco- y de compararla con la Navidad que estamos viviendo en estos días.

En primer lugar habría que pensar en cuando empieza la Navidad. Ahora ya todo es muy navideño a partir del puente de la constitución, pero hace unos años la fecha de inicio "oficial" era el 22 de diciembre, con el sorteo de la lotería, donde para comprobar que no te ha tocado nada, en vez de teclear los números en una página de internet, había que esperar al día siguiente y comprar un periódico, cualquiera es bueno, donde venía un papel muy grande con una lista de todos los números premiados, y buscarlos uno por uno allí.

Pero antes de la navidad venían los preparativos, que eso sí que se intentaban hacer con más tiempo. Comprar los dulces de navidad. Entonces en vez de tanto polvorón a granel, lo que se llevaban eran las cajas de sabores surtidos. El problema es que siempre sobraban los sabores menos buenos que a nadie le gustan. La ventaja era que te encontrabas en enero con una caja de cartón bastante fuerte donde guardar los lápices de colores sueltos o las fichas del Tente.

Para los turrones no había tanta variedad como ahora. Básicamente eran del blando y del duro, que era realmente duro, como para alicatar el patio. Después se fueron popularizando los de chocolate, los de fruta confitada, el de arroz con leche que le gustaba mucho a una monja que lo anunciaba en la tele, y poco a poco hemos llegado al maremagnun actual. Dentro de poco habrá turrón de potaje de lentejas. Bienvenidos sean, no nos quejaremos por esto. Lo mismo ha ocurrido con los otros dulces. Donde antes triunfaban mantecados, polvorones, peladillas, mazapanes y poco más... ahora nos encontramos con el mismo pasillo de confitería industrial del supermercado de todo el año, pero envuelto en papel brillante y más caro para pasarlo como dulce de navidad. Hace ya unos años que disfrutamos de las pijísimas cajas de Ferrero Rocher como las que compran las recepcionistas de los embajadores, pero la crisis nos va invitando a probar otras variedades de exquisitos chocolates, que los hay y muchos.

Para comprar estas cosas era costumbre ir un día a un gran hipermercado, con una larga lista preparada, y llenar el carro. Podías coger uno de cada, que bien. Y cuando llegabas a casa y sacabas todas las cajas de turrones y las extendías en el salón era como el escaparate final de El Precio Justo. Ahora esto ha cambiado. Estamos desde noviembre dando viajes de turrones y chocolates cada vez que vamos al supermercado o al comercio de proximidad. Se antoja todo. Y se abre todo. Para la nochebuena ya estamos hartos de turrones, y a la bolsa de chocolates le falta la mitad. Ni pensar cómo de hartos estaremos en Agosto, cuando era tradicional que en las ferias de los pueblos te vendieran todo el stock de turrones y peladillas que había sobrado de la navidad anterior.

El alumbrado de la feria también era básicamente igual al alumbrado de navidad, formado por las bombillas incandescentes tradicionales de color amarillento puestas sobre arcos metálicos y formando algún motivo imaginativo estilo pixel art circular. Ahora gracias a los LEDs hemos avanzado mucho en este tema y en tantos otros.

Las luces que decoraban nuestros árboles de navidad tenían colores más apagados, y eran menos numerosas. 20 eran lo habitual, cuando ahora se cuentan por centenares en un árbol de tamaño medio. Los árboles naturales afortunadamente han pasado de moda. Era muy tristes encontrarlos el 7 de enero tirados en los contenedores de basura. Los artificiales han evolucionado de forma espectacular. Antes tenías básicamente un palo verde rodeado de ramitas despeluchadas que había que clavar en una maceta llena de tierra, mientras que ahora tenemos frondosos abetos que se montan con ramas de distinto tamaño identificadas por letras y colores, que tienen una apariencia espectacular. Los adornos antes se compraban de tres en tres o de seis en seis como mucho, porque salían realmente caros. Era habitual el bricolaje con papel de aluminio o colgar cualquier cosa del árbol. Ahora visitamos la tienda de los chinos y no compramos adornos porque realmente no hay ramas libres donde ponerlos. Si se cae una bola y la pisas da igual, casi mejor. También habría que tener gusto para ponerlas, a veces menos es más.

El Belén es el otro elemento principal de la decoración navideña. Antes las casas eran más amplias y todos contábamos con un sitio de grandes dimensiones donde montar nuestra maqueta, en la que no podía faltar el rio de papel de aluminio, las praderas de musgo, los caminos de serrín, los árboles de romero, las montañas de corcho y las nubes de algodón sobre un cielo de "papel continuo" azul oscuro comprado en la papelería a tal efecto. Ahora, salvo para los belenistas más experimentados que han convertido este hobby en un arte, el montaje del belén se reduce estrictamente a la escena del portal para los más religiosos, o a un remix de personajes diversos y casas de plástico de los chinos para quienes tengan suficiente sitio, tiempo y ganas de montar algo así.

En años anteriores se puso de moda colgar en el exterior de las casas escaleras con Papás Noeles y ciervos trepando por ventanas y balcones. Todo un hito del horterismo impuesto por las modas estadounidenses que han pintado nuestra navidad de los colores blanco y rojo de la Cocacola. Ahora todavía se ve alguno, pero afortunadamente esta tradición va pasando. Lo que no va pasando son los villancicos de los triunfitos que dan un poco de repelús. No se ha sabido encontrar un término medio entre esto y las canciones tradicionales que ya están más que vistas. Entonces te pasabas toda la navidad escuchando una y otra vez "campana sobre campana", "los peces en el río" y "adestes fideles" en radio y televisión.

La programación navideña de la televisión sí era espectacular. Entonces había programas especiales de navidad muy bien hechos y la gente los veíamos. Eran todo un clásico espacios como Telepasión, o las galas de fin de año, junto con ediciones especiales navideñas de los programas normales que nos habían acompañado durante todo el año. Ahora no puede haber programas especiales porque cada día en la televisión es especial. Todo es distinto de un día para otro con el caos actual. En años sucesivos la cosa fue degenerando hasta llegar a sólo verse programas de zapping en los días de navidad. Últimamente parece que va mejorando un poco la situación, aunque sea a base de películas. También ahora afortunadamente hay muchas más cosas que hacer para entretenerse además de ver la televisión. Nos quedaremos con el recuerdo de los anuncios, que entonces seguíamos con atención.

Ahora compramos regalos para el día de navidad, para Papá Noel como dicen los que son muy guays, pero hace unos años no se regalaba nada hasta Reyes. A los que estábamos en edad de ir al colegio nos pillaba la situación un poco a contramano, porque después de haber estado dos semanas de vacaciones, nos traían los regalos cuando había que volver al cole. Con un poco de suerte nos daban un día más de fiesta y no entrabamos hasta el ocho de enero. Lo malo es que ese día extra había que aprovecharlo para desmontar el árbol y el Belén. Pero entonces los juguetes eran de verdad, no como los de ahora de abrir y tirar, y ya tendríamos mucho tiempo a lo largo del año de jugar con ellos.


En todo caso, sea como era antes o sea como es ahora, que disfrutemos de unas muy felices fiestas y el año próximo por lo menos no sea peor que el actual.

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