Instalando Kubuntu 14.04

Como venimos comentando en este blog, nos hemos decidido a olvidarnos de Windows y elegir Linux como sistema operativo para nuestro ordenador. Una vez que comprobamos que todo funciona usando las facilidades de los Live CD, y ya habiendo decidido cual distribución de Linux usar, llega el momento de dejarse de experimentos y hacer la instalación definitiva.

En los días previos tomamos las medidas necesarias para no llegar a perder información. Todos nuestros documentos están a salvo en copias de seguridad en discos y en internet. En caso de que algo falle podremos intentar la instalación de nuevo, incluso usar otra distribución o probar todo lo que queramos usando los Live CD aunque ya no tengamos Windows XP. La tranquilidad es que llegados a este punto no tenemos nada que perder.

Este cambio lo hacemos con la sana intención de progresar. Una vez instalado Linux tendremos un ordenador con el que podremos hacer las mismas tareas que venimos haciendo hasta ahora o seguramente muchas más, y además con las ventajas de tener un sistema moderno, seguro, sin problemas de licencias y totalmente actualizado por cinco años más.


A continuación vamos a describir algunos detalles e incidencias que observamos durante la instalación de Kubuntu 14.04 en nuestro ordenador. Este artículo no pretende ser una guía de instalación de Ubuntu, para eso ya está la documentación técnica y los consejos de los que de verdad saben de Linux, sino simplemente apuntar algunos hechos que nos llamaron la atención.

La instalación de Kubuntu se puede lanzar desde la pantalla de selección que aparece en la secuencia de arranque del Live CD, o bien desde un icono en el escritorio una vez que todo el entorno KDE se ha cargado. Como nuestro equipo es un poco modesto preferimos elegir la primera opción y así creemos que evitamos que se carguen elementos que ocupan memoria y pudieran hacer que algo falle más adelante.

Una vez que se inicia el asistente de instalación, se preguntan dos cosas. Si queremos instalar componentes adicionales de terceras partes como Flash y codecs, y si queremos instalar actualizaciones sobre la marcha. A lo primera decimos que sí porque durante las pruebas no fuimos capaces de reproducir archivos MP3 y así ya lo tendremos todo desde el principio. A lo de las actualizaciones respondemos que no, por prudencia. Vaya a ser que la descarga de paquetes actualizados tarde mucho o ocupe mucho y algo falle. Siempre habrá tiempo de lanzar una actualización después.


En la siguiente pantalla se nos pregunta cómo quedará Kubuntu instalado en el disco duro. Es el momento de crear particiones, redimensionar las que hay para hacerle sitio a una nueva, etc. O bien como es nuestro caso decir que "Usaremos todo el disco" y nos quedamos tan anchos.
En la parte inferior de la ventana aparecen unos diagramas donde se puede ver cómo está el disco antes y después de la instalación, y no hay duda de los cambios que se van a producir y las particiones que se van a borrar, pero seguramente haya quien se líe un poco con esto. Echamos de menos un cartel grande con letras rojas intermitentes diciendo "Tu instalación de Windows con todos tus programas y documentos se va a borrar para siempre. Esto no se puede deshacer.". Por el contrario el proceso es bastante más acéptico. Si pulsas el botón de Iniciar Instalación, será porque has entendido el diagrama con los cambios que va a haber en tu disco duro, y el proceso continúa sin más.

A partir de este momento se crean las particiones, los sistemas de archivos y comienza el copiado de datos. Ya no hay vuelta atrás. Mientras tanto aparecen varias preguntas como la selección del idioma, la zona horaria y poco más. En nuestro caso todo estaba ya correctamente seleccionado, pero si no fuera así ahora sería el momento de decirlo.

Algo más importante que hay que decidir a continuación es el nombre de usuario y contraseña que usaremos para manejar nuestro equipo. Aunque especifiquemos que no se nos pida al encender el ordenador, sí que lo tendremos que escribir cada vez que queramos hacer algún cambio importante que requiera permisos de administrador. Hay que elegirlo con tranquilidad, ya deberíamos de tenerlo pensado, y escribirlo ahora correctamente por primera vez.
Y aquí es donde estuvimos a punto de escribir mal la contraseña.Toda buena contraseña debe de llevar letras y números, pero el Bloqueo Numérico estaba apagado por defecto y éstos no se escribieron, además de posiblemente desordenar las letras con las teclas convertidas en flechas. Menos mal que nos dimos cuenta de que salían menos asteriscos de los esperados. Esto hubiera podido ser un problema muy grave más adelante.

Pasado el susto con la contraseña, decidimos no cifrar nuestra carpeta Home. Esto posiblemente empeore el rendimiento del ordenador, y tampoco somos el CNI para estar encriptando tantas cosas. Hecho esto ya no se pregunta nada más. Sigue adelante el progreso de la instalación terminando de copiar los paquetes, creando las dependencias, lanzando disparadores y haciendo esas cosas raras automáticas que no había en Windows pero a las que no tardas en acostumbrarte en Linux. Mientras tanto puedes leer a modo de titulares las características más destacadas que tendrá desde ahora tu renovado ordenador.

Finalizado el proceso, en menos de 20 minutos, se pide que se retire el disco y se reinicie el ordenador. Arrancamos normalmente y ya no hay ni rastro de Windows. Aparece la pantalla de inicio de Kubuntu. Oscura. Pero pasa muy rápido y ya tenemos ahí el escritorio de KDE para nuestro uso y disfrute.

No hay nada sorprendente. Es exactamente lo mismo que hemos visto durante las semanas anteriores cuando hemos estado haciendo pruebas con el Live CD. Pero la carga de cualquier programa es mucho más rápida. Vuela. Y con efectos gráficos curiosos. Estamos estrenando ordenador después de nueve años.

El escritorio está vacío. Ya explicaremos cómo llenarlo, modificarlo y personalizarlo hasta el extremo en próximos artículos de esta serie. Por el contrario el menú de aplicaciones está lleno. Se puede hacer casi de todo sin instalar programas adicionales. También entraremos en detalles muy pronto. Vamos a contar aquí unos cuantos detalles que aunque no forman parte de la instalación, que ya ha terminado completamente, sí que nos ocurrirán el primer día.

En las pruebas con el Live CD observábamos que la traducción al español no era completa. Siempre había que lanzar una actualización pero faltaban paquetes y algunos componentes se quedaban un poco en espanglish. Observamos que tras nuestra instalación real este problema se ha solucionado y todo lo que debiera de estar en español lo está. Esto es el 99% de KDE y los programas suministrados.

Tras iniciar por primera vez y de forma manual el gestor de actualizaciones automáticas, se actualizan una serie de paquetes que se habrán perfeccionado después de grabar los que teníamos en el DVD de instalación. Nada ha cambiado aparentemente pero supongo que en el interior de nuestro Linux ahora sí que todo debe de estar a la última moda.

Otro detalle más espinoso en nuestro caso fue la instalación del driver propietario para la tarjeta de vídeo Nvidia. El sistema se ha instalado por defecto con el driver libre Nouveau, y aunque todo se ve aparentemente bien, un insistente popup en el área de notificaciones nos informa de que para obtener un rendimiento óptimo deberíamos de instalar el driver propietario que nos proporciona el fabricante.



Ante su insistencia, le haremos caso. Aparece el Driver Mánager y allí se nos recomienda que instalemos el controlador en su versión 304 (Recommended Driver). Le haremos caso también, como no. Se nos pide reiniciar el equipo, y entonces nos encontramos con la pantalla en negro. No hay entorno gráfico y aparentemente no funciona nada. Comprobamos que Linux no está bloqueado porque las luces del teclado sí se pueden encender y apagar, y se nos ocurre entrar a una consola virtual pulsando Control+Alt+F1. Los recién llegados a Linux no tenemos por qué saber esto, menos mal que un día lo leí por ahí.

Hecho esto, la pantalla continúa en negro pero por lo menos ya hay una línea de texto donde escribir. Lo primero que se nos pide es nuestro usuario y contraseña, ésa que estuvimos antes a punto de escribir mal porque estaba apagado el num lock. Ya sabemos cual es y estamos seguros de ella pero... tampoco funciona. Ni con bloqueo ni sin bloqueo ni con números ni sin números. Después de preguntar en internet usando el Live CD, descubrimos que en algunos casos para escribir las contraseñas no se puede usar el bloque numérico del teclado, sino que hay que hacerlo con las teclas de números que hay sobre las letras en la parte principal. Otro detalle extraño y rebuscado para recién llegados a Linux.

Ya hemos podido entrar al modo texto, pero nuestro KDE sigue en negro. Nos dicen que una buena práctica para solucionar problemas es actualizar el sistema. Ponemos sudo apt-get update y sudo apt-get upgrade, esperamos a que se actualice todo lo que se tenga que actualizar. Reiniciamos. Y el hechizo ha hecho efecto. Ya aparece la pantalla de arranque de Kubuntu pero en modo texto y con Pixels de tamaño de cajas de zapatos. Después en el escritorio todo está aparentemente bien, pero hay efectos desactivados. Parece que hemos dado un paso para atrás con la instalación del driver propietario recomendado.

No ha salido bien el cambio. Volvemos a marcar el driver Nouveau que venía por defecto, reiniciamos y cruzamos los dedos. El ordenador arranca con normalidad y todo funciona bien. Vuelve a aparecer el popup insistente para que lo cambiemos por el propietario. Ya veremos como desactivarlo.

Esto ha sido una cadena de fallos que no tenían que haber pasado. Al ser sufridos por un recién llegado a Linux seguramente nos hubiera hecho de descartar la instalación, formatear y volver a empezar totalmente desde el principio. Un desastre. Hubiera sido como si se te pierden las llaves de la puerta y tienes que derribar completamente la casa y volverla a construir para dejarla con la puerta abierta y poder entrar. Sabemos muy poco de Linux y hemos salvado la situación por pura casualidad.

Tampoco no teníamos nada que perder y nuestros datos están a salvo. A estas alturas todavía nos podíamos permitir el lujo de experimentar. Y vamos a hacerlo intentando instalar el otro driver Nvidia que aparecía en la lista. Es la versión 173. Seguramente será más antigua que la recomendada, pero nuestra tarjeta gráfica también tiene ya sus años. Marcamos la casilla, reiniciamos, cruzamos los dedos de manos y pies, y... la pantalla de inicio de Kubuntu es en modo gráfico, el escritorio aparece con normalidad y todo se ve bien.

Más que bien, especialmente bien. Vamos al panel de control y vemos que se puede activar una versión más alta de OpenGL, y que los pocos efectos que antes estaban desactivados ahora se pueden marcar. Haciendo pruebas siguen funcionando muy bien las transparencias degradadas, las sombras, las deformaciones de ventanas, etc, y sin perjudicar al rendimiento de nada. Comprobamos que los programas más exigentes con los gráficos como son Blender y Stellarium funcionan a la perfección, mucho más rápidos que con el driver Nouveau. Visto esto, parece que ahora sí hemos acertado con el controlador gráfico. Esto vuela. Ya tenemos el ordenador funcionando a pleno rendimiento, con los años que tiene no se le puede exigir mucho más. Sólo falta que haga el pino con las orejas, es decir, con el micrófono.

En el próximo artículo hablaremos de algunos cambios que le hicimos a Kubuntu los primeros días para ponerlo un poco más bonito, y luego empezaremos a descubrir los programas y los misterios extraños de este mundo de libertad, productividad y funcionalidad a lo grande.


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